lunes, 22 de junio de 2009

DE LA CIUDAD COMPACTA A LA CIUDAD DISPERSA

Una de las características más importantes del ensanche Cerdá es su compacidad y heterogeneidad de usos; esto es lo que le ha permitido consolidarse como aquello que entendemos por “ciudad”. Sin embargo, esto se ha perdido totalmente en las nuevas intervenciones de la zona 22@: zonificación de usos (oficinas, viviendas y equipamientos segregados), edificios en altura aislados que desdibujan la calle, tan importante en el ensanche, y que crean discontinuidades en el tejido… Las industrias antiguas, aparecen así fagocitadas por estas grandes piezas, perdiendo toda la importancia, y el carácter que el tejido tuvo en su momento. Cada nueva intervención intenta destacar sobre las demás, con un alarde de lujo, espectacularidad y egocentrismo; precisamente todo lo contrario que en el ensanche tradicional, donde las edificaciones se caracterizan por su anonimato: importa el conjunto, no la pieza.

Refiriéndome a Oporto me gustaría hablar de una intervención que no es bien, bien urbana, pero sí afecta a su entorno más inmediato. Se trata de la intervención de Rem Koolhaas en el proyecto de la Casa de La Música de Oporto. Mientras otros arquitectos portugueses como Álvaro Siza, Fernándo Távora…poseen una ideología muy ligada a la historia, el proyecto de Koolhaas aparece como una pieza autónoma, independiente a todo lo que la rodea. Hoy en día son muchos los que creen que son necesarios los iconos arquitectónicos, pero ¿Qué ocurre cuando se pretende hacer ciudad a partir de estos iconos? El 22@ es un ejemplo de ello, y en mi opinión un camino equivocado de pensar la ciudad.



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