Personalmente, no considero que el chaflán del ensanche Barcelonés propicie el descongestionamiento del flujo viario de la ciudad. Se han convertido en espacios de aparcamiento, de carga y descarga, que no ayudan al trafico rodado, y dificultan considerablemente el recorrido peatonal.
¿Qué ocurriría si el chaflán solo se formalizara en la linea de edificación, y no en el espacio viario? ¿Es necesario mantener estas zonas residuales de aparcamiento en lugar de cederlas al espacio público peatonal? ¿No ganaría valor el espacio público si lleváramos al cabo esas cesiones?
En relación a la convivencia de usos, en mi opinión la homogeneidad del ensanche de Barcelona es muy positiva, ya que genera una riqueza y complejidad de usos mezclados. Evita que se formen zonas marginales y funciona en su totalidad como una malla llena de actividades otorgando vitalidad a toda su extensión.
En el caso de la ciudad de Berlín, la expansión económica a partir de 1870 produjo la urbanización de todos los espacios con suelo edificable sin tener en cuenta las particularidades del paisaje. En 1910 se realizó la primera planificación general para Berlín, con una importancia decisiva sobre el desarrollo de los espacios libres. Un pequeño anillo interior y un gran anillo exterior con bosques, parques y jardines debían marcar la estructura de la ciudad. En la postguerra, con el Sharoun-Plan se debatió un extenso plan de remodelación urbana que volvía a habilitar y hacer visibles los rasgos de los espacios naturales de Berlín, si buen dañaba en gran medida las estructuras arquitectónicas existentes. La reconstrucción de los años 50 ya sí se orientó principalmente a las estructuras existentes. Solo surgieron más zonas verdes en las montañas de escombros que se formaron con las ruinas de la ciudad.


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