Si observamos el plano de zonas verdes de Barcelona comprobamos que es una ciudad que no destaca ni por el número ni por la superficie de parque. Los parques más grandes, La Ciutadella, Parque Güell, Turó Parque, Diagonal Mar, son insignificantes si los comparamos con las grandes extensiones de parque que poseen ciudades como Londres.
Quizá esto se debe a que las zonas verdes en Barcelona han ido surgiendo, como una necesidad de sanear el corazón de la ciudad y no como resultado de un planeamiento previo. Por ello las zonas verdes, en muchas ocasiones aparecen allí donde se encuentra una oportunidad: pequeños parques asociados a antiguos edificios, ahora abiertos al público, como los jardines de Palau Reial, los del Palau de Pedralbes…; parques en solares que ocupaban antiguas fábricas, como el Parque de la España Industrial; sobre estaciones obsoletas, como el Parque de la Estación del Norte o de Sant Martí…; teniendo que amoldarse en cada caso a diversas situaciones.
Probablemente fue en las olimpiadas de 1992 cuando se hizo un esfuerzo mayor en el planeamiento de zonas verdes en Barcelona, con la creación de una línea de parques en el litoral de la ciudad: Parque de Poblenou, Parque del Puerto Olímpico… Pero sin duda, el gran acierto fue el de consolidar las playas como uno de los principales espacios públicos de la ciudad. En mi opinión, todas las ciudades costeras deberían potenciar su litoral como el gran espacio verde de la ciudad.
Además de las playas, creo que la ventaja de Barcelona es que la calle misma es un lugar que puede considerarse como un espacio para pasear, relajarse… La intensidad de usos que componen sus plantas bajas permiten que la panadería, un bar, un comercio, se conviertan en espacio de relación.
Sin embargo, a pesar de que la ciudad pueda ser en sí misma lugar de encuentro y distención, creo que es una ventaja que Barcelona posea a tan pocos minutos del centro un lugar como Collserola, donde la naturaleza no ha sido del todo domesticada, dónde los muros no cierran una zona verde, sino que te sirven para apoyarte y contemplar la ciudad a tus pies.
Quizá esto se debe a que las zonas verdes en Barcelona han ido surgiendo, como una necesidad de sanear el corazón de la ciudad y no como resultado de un planeamiento previo. Por ello las zonas verdes, en muchas ocasiones aparecen allí donde se encuentra una oportunidad: pequeños parques asociados a antiguos edificios, ahora abiertos al público, como los jardines de Palau Reial, los del Palau de Pedralbes…; parques en solares que ocupaban antiguas fábricas, como el Parque de la España Industrial; sobre estaciones obsoletas, como el Parque de la Estación del Norte o de Sant Martí…; teniendo que amoldarse en cada caso a diversas situaciones.
Probablemente fue en las olimpiadas de 1992 cuando se hizo un esfuerzo mayor en el planeamiento de zonas verdes en Barcelona, con la creación de una línea de parques en el litoral de la ciudad: Parque de Poblenou, Parque del Puerto Olímpico… Pero sin duda, el gran acierto fue el de consolidar las playas como uno de los principales espacios públicos de la ciudad. En mi opinión, todas las ciudades costeras deberían potenciar su litoral como el gran espacio verde de la ciudad.
Además de las playas, creo que la ventaja de Barcelona es que la calle misma es un lugar que puede considerarse como un espacio para pasear, relajarse… La intensidad de usos que componen sus plantas bajas permiten que la panadería, un bar, un comercio, se conviertan en espacio de relación.
Sin embargo, a pesar de que la ciudad pueda ser en sí misma lugar de encuentro y distención, creo que es una ventaja que Barcelona posea a tan pocos minutos del centro un lugar como Collserola, donde la naturaleza no ha sido del todo domesticada, dónde los muros no cierran una zona verde, sino que te sirven para apoyarte y contemplar la ciudad a tus pies.
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