lunes, 8 de junio de 2009

























Montjuïc tiene esa situación estratégica, prácticamente de observador, sobre una ciudad que se extiende a sus faldas. Esta característica le es ambivalente, ya que es emblema y está íntimamente relacionado con su ciudad, pero sin embargo, no forma parte de la vida de ésta. En mi opinión, esta situación de mantenerse al margen tiene mucho que ver con las actividades allí localizadas: las instalaciones deportivas son lugares cerrados que tienen una gran afluencia de gente en momentos concretos y acotados de tiempo, lo que supone un gran vacío durante el resto, además de abarcar grandes extensiones de terreno, lo que provoca un gran distanciamiento entre los diferentes lugares; los espacios culturales quedan prácticamente perdidos entre las grandes instalaciones deportivas y los parques, de manera que el acceso pasa a ser recóndito y su acceso pasa a ser prácticamente transporte privado; por último, los parques creo que son los que mejor funcionan, estando tan cerca de la ciudad se puede experimentar un cambio drástico de un entorno urbano a uno rural, con un gran desahogo de densidad de población que permite un descanso de la gran actividad urbana.
En mi ciudad de estudio, los grandes parques rurales también están al margen de lo que es la actividad urbana de la ciudad y su acceso se plantea desde el transporte privado. Extendiéndose estos parques hasta la corona del Parque Nacional del Teide que pertenece a este municipio.



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